EL AÑO DE LOS COMETAS

por José Lull
Coordinador de la Sección de Cometas y Meteoros

 

Desde hace muchos años hemos estado esperando ansiosamente la llegada de un gran cometa, sobre todo tras la relativa decepción que nos propició a la mayoría de aficionados a la astronomía la visión del cometa de Halley, del que esperábamos mucho más. Pero afortunadamente las cosas han cambiado. Si para los antiguos la aparición de un cometa podía significar un mal presagio (guerras, epidemias, etc) se asustarían al ver en tan poco tiempo a dos grandes cometas como el Hyakutake 2 y el Hale-Bopp. En cuanto a esto, es interesante la etimología de las palabras: Desastre significa «tener mala estrella» y, obviamente, no podía estar bien vista una estrella (cometa) cuya aparición y movimiento en la bóveda celeste era del todo imprevisible para estas gentes. Por su parte, la palabra cometa viene del griego Kométes que significaba cabelludo, en referencia al aspecto de la cola del cometa.

Para nosotros, en cambio, 1996 ha sido uno de los años más gloriosos en cuanto a la cantidad y calidad de los cometas «cazados». El Hale-Bopp, que habíamos detectado el año pasado, 52 días después de su descubrimiento, no lo volveríamos a ver hasta Marzo. Su cambio, como podéis comprobar comparando las tomas CCD que efectué el 13 de Septiembre y el 18 de Mayo, ha sido espectacular, pasando en ese tiempo de la magnitud 13 a cerca de la 8ª. El cometa a primeros de Julio estará por encima de la 6ª magnitud pero aún muy lejos de la estupenda visión que nos ofrecerá en 1997.

En Febrero encontramos al 1996 B1, el Szcepanski, que pudimos seguir durante un tiempo hasta que la escasa condensación de su núcleo nos hizo desistir de su observación. En Marzo detectaríamos al Hyakutake 1 (1995 Y1), un cometa de brillo moderado que empezaba a abultar la usualmente exigua lista de cometas que observamos.

Todo ello fue un bonito preámbulo, un pasillo de cortesía para recibir la repentina visita del cometa más espectacular que hemos observado hasta el momento, el 1996 B2 o Hyakutake 2, rápidamente apodado entre nosotros como «monstruotake» y «megatake». Este cometa, que empezamos a observar desde mediados de Marzo se convirtió en nuestro objetivo preferido durante las noches de primavera. A finales de Marzo se acercó a la 1ª magnitud y desarrolló una cola de unos 40º a simple vista ofreciendo un espectáculo difícilmente olvidable. Si a simple vista o con unos pequeños prismáticos podíamos comprobar globalmente la belleza y forma del cometa, con un telescopio quedaba patente la presencia de un jet o chorro de gas que salía del núcleo y dividía en dos mitades la parte posterior de la coma. Después el cometa fue descendiendo su brillo y tamaño y cuando quiso volver a recuperar su efímera gloria durante su perihelio, estaba tan cerca del Sol que se escapó de nuestra retina definitívamente hasta dentro de 14.000 años.

Desde el 1 de Mayo el Hyakutake ha iniciado el camino de retorno hacia su afelio situado en un punto situado a 165.000.000.000 Km, unas 1.100 unidades astronómicas. Esa considerable distancia equivale a 27 veces la que separa el Sol de Plutón, lo cual debe darnos una idea del largo viaje recorrido por este auténtico viajero del sistema solar.

De la grandiosidad del Hyakutake pasamos en Mayo a la simpleza de Quirón, un simple punto de 15ª magnitud. Sin embargo, esa sencillez era reletiva ya que la naturaleza de este objeto descubierto por Kowal en 1977 hizo muy atractiva su «búsqueda y captura». Quirón es un cometa clasificado durante muchos años como asteroide y se mueve entre las órbitas de Saturno y Urano. Podríamos definirlo como un cometa prekuiperiano que junto a algunos otros forman una antesala del cinturón de Kuiper, un campo de cometas situado más allá de la órbita de Neptuno.

Aunque escribo estas líneas a principios de Junio, es muy posible que cuando tengamos este primer número de HUYGENS en nuestras manos ya hallamos observado el cometa Kopff, descubierto a comienzos de siglo, y, tal vez, el cometa Gunn, mucho más débil que el anterior. Sin duda, 1996 será el año de los cometas.

En esta toma se aprecia claramente la diferencia de luminosidad entre Quirón y la estrella de referencia