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Nuevas fronteras en la búsqueda de mundos habitables

Los científicos han descubierto una nueva frontera en la búsqueda de la vida fuera de nuestro sistema solar: las estrellas gigantes rojas pueden contribuir a la generación de vida en aquellos planetas anteriormente helados antes de tal cambio evolutivo estelar. Las ideas previas acerca de la búsqueda de vida extrasolar habían excluido tales regiones.

El equipo internacional de astrónomos que ha realizado este estudio estima que la aparición de vida en un planeta puede ser posible cuando la estrella en torno a la cual éste gira entra en la fase de gigante roja. Según el Dr. Bruno López, perteneciente al Observatorio de la Cote d´Azur (Niza, Francia): "Nuestros resultados indican que la búsqueda de vida fuera de nuestro sistema solar debería incluir aquellos planetas situados en torno a estrellas viejas." López y sus colaboradores estiman que más de 150 estrellas gigantes rojas cercanas al Sol -en un radio de 100 años luz- son buenas candidatas a ser estudiadas en misiones dedicadas a la búsqueda de vida en mundos distantes.

Una de las razones por las cuales existe vida en la Tierra es su localización en el interior de la esfera de la región habitable del Sol. Esta esfera consiste en una región con forma de dónut que corresponde al volumen en el que el agua puede existir en estado líquido, uno de los requisitos necesarios para la aparición de vida tal y como la conocemos. Si nos situamos demasiado lejos del Sol, ese agua se transforma en hielo; mucho más cerca, dicha sustancia se evapora de una atmósfera planetaria para escapar hacia el espacio.

Mientras la Tierra gira en el interior de esta región habitable, nuestra estrella, el Sol, evoluciona. En el futuro lejano, el Sol irá agotando su combustible nuclear, hecho que traerá como consecuencia que éste se convierta en una gigante roja. La zona habitable asociada al Sol se expandirá conforme la estrella incremente paulatinamente su volumen, variando la región en la que el agua puede permanecer en estado líquido y contribuyendo de esta manera al desarrollo de la vida.

Actualmente, justo tras la frontera exterior de la zona habitable del Sol se encuentra el planeta Marte, un mundo en el que el agua permanece en forma de hielo debido a la tenue atmósfera que rodea al planeta. No obstante, cuando el Sol se convierta en una gigante roja dentro de varios miles de millones de años, dicho mundo podría cambiar: "Marte se encontrará entonces en la zona habitable durante 2000 millones de años, aproximadamente, de tal forma que el planeta contaría con una segunda oportunidad para la aparición de la vida."

En el año 2003, los investigadores monitorizaron la cantidad de hielo de agua en Marte durante las estaciones de invierno y primavera. En algunas regiones, el contenido en volumen de hielo era superior al 90%. Los científicos creen que este agua solía formar parte de los lagos y mares -actualmente secos- del planeta. En el futuro distante, este agua congelada podría volver a fluir por la superficie del planeta y contribuir a la aparición de la vida.

Estas deducciones pueden aplicarse también a los planetas y lunas situados en torno a estrellas gigantes rojas. Hace miles de millones de años, tales astros eran similares al Sol. Cuando evolucionaron a la fase de gigante roja, la energía emitida por la estrella pudo haber alcanzado la superficie de uno de estos cuerpos congelados, produciendo la fusión del hielo y contribuyendo a la aparición de lagos, océanos o mares y de ahí al desarrollo de condiciones adecuadas para la vida.

Actualmente existen unas 150 gigantes rojas en un entorno de 100 años luz de distancia, muchas de ellas con posibles planetas en los que pueden desarrollarse condiciones adecuadas para la aparición de vida. Esto constituye una nueva frontera para la búsqueda de planetas extrasolares con tales condiciones. Esta empresa será llevada a cabo por telescopios orbitales capaces de realizar búsquedas de cuerpos de este tipo. Por ejemplo, la NASA prevé lanzar en el año 2007 la misión Kepler, la cual realizará durante cuatro años un estudio de unas 100 000 estrellas en una pequeña región del cielo con el objetivo de detectar pequeñas variaciones en la luminosidad de las mismas que denoten tránsitos de planetas extrasolares. Las misiones Gaia y Darwin de la Agencia Espacial Europea tienen objetivos similares.

Fuente: astroenlazador.com