REFLEXIONES ATIPICAS SOBRE LA CIENCIA Y LA FE

Por José Emilio Arias Miñana


Es común que en nuestra Agrupación astronómica, en las tertulias cuando aparece el tema del Big Bang o la evolución del Universo los recién enganchados a esta afición, suele manifestar interés por las eternas preguntas: ¿es la Creación producto de una divinidad?, ¿qué hay después de la vida?, ¿existe el alma?. Nunca he entendido el porqué hay gente que gusta de preguntar a los científicos y amantes de la astronomía - estas - cuestiones. Todos deberíamos recordar que la ciencia no está paró demostrar o negar la existencia de Dios o la posesión de alma. Esto ni es competencia de la ciencia ni del científico. No recuerdo qué biólogo del s. XIX pesó una persona justo antes y después de morir. Pesaba lo mismo y todos los intentos en este sentido han fracasado. Si hay alma seguro que no está hecha de materia, en todo caso será una dimensión espiritual. Al igual que ciencia y fe también hablan de cielos diferentes.

La ciencia está para abrir y ampliar el conocimiento y dar soluciones y esperanzas al hombre. Pues si queremos ver el interior de nuestro cuerpo nos hacemos una ecografía o un T.A.C.; si queremos una vacuna para el VIH desarrollamos la genética molecular; si queremos lanzar y poner en órbita a Pedro Duque, no recurrimos al mago de la levitación David Copperfield, sino que utilizamos las leyes de Newton, la aerodinámica y mucho combustible; y si queremos una mayor informatiza perconductora, microprocesadores más veloces y discos duros capaces de almacenar más bytes. Todo esto es ciencia.

Cuando se pone espiritualidad en la vida, esperanza en la resurrección de alguna parte pensante de nuestro cerebro y el vivir la vida practicando la religión. Todo esto es fe.

Y cuando se reconoce que la vida es una simple y fortuita casualidad en la inmensidad del cosmos. Pues la vida, supone un pequeño y bello paréntesis en medio de la eternidad. YY si antes de la vida no éramos nada, después de la muerte volvemos otra vez a la nada. A esto muy respetablemente lo llamamos racionalismo ateo.

Si la ciencia y la razón consiguiesen demostrar la existencia de Dios, la fe dejaría de tener sentido y la ciencia la convertiríamos en una religión fundamentalista. Pero afortunadamente desde la ciencia y la razón tal demostración es imposible, ni con el lenguaje más universal- las matemáticas - nunca resolveríamos una ecuación con igual a Dios; todo lo más algún infinito. Stephen Hawking hace unos años dijo: "Las matemáticas, ni me acercan a Dios ni me alejan de Él, disfruto con ellas". Pues ciencia y fe no comparten los mismos terrenos (salvo en mi biblioteca), la primera domina la materia y su organización y la segunda domina la espiritualidad. La fe nunca la podremos llevar al laboratorio. La fe bebe de los libros sagrados y del ejemplo y nuestra afición astronómica bebe del grifo de la ciencia y la curiosidad por saber. Con modestia, yo soy creyente, por convicción no por tradición, y lo que me aporta fe y espiritualidad es el lenguaje ético y solidario de los Evangelios sobre la vida de un revolucionario e iluminado Jesús de Nazaret y~ que fueron escritos por cuatro periodistas de su época. La ciencia ni crea ni destruye espiritualidad. La ciencia y la fe no se complementan pero tampoco son incompatibles, por ejemplo, las dos coinciden en afirmar "Polvo fuiste, y polvo te convertirás". Hoy día, a punto de iniciar un nuevo milenio sabemos que la fe es una opción libre y personal, que no se impone, simplemente se descubre y se vive. Todas las creencias incluidas las sectas; para bien o para mal, siempre son una cuestión de fe, no de ciencia.

Aún existe en las diferentes iglesias (protestantes, católica, anglicana) cierto recelo de que ciencia y razón provocan duda en la fe. En siglos pasados, ya la iglesia católica impuso el criterio de " Todo lo que provoque duda destruye la fe y la religión". Las iglesias europeas terminaron por imponer la fe sobre la razón y todo conocimiento. Conocida es la frase de san Anselmo " Creo, luego entiendo". La ciencia, primero busca entender y luego cree, y su mejor herramienta el escepticismo.

La religión y cultura islámica fue la única que supo armonizar las matemáticas, la astronomía el saber con su propia fe, pues son muchos los nombres de estrellas que proceden del árabe antiguo.

Cuando a san Agustín le preguntaron ¿Qué hacía Dios antes de la Creación? contestó: " Preparar un infierno para la gente que planteara estas preguntas", lamentable contestación del "sabio no debía ser un hombre amante del debate. Las iglesias, como institución, no deberían admitir en ningún caso de que la razón y la ciencia hagan dudar la fe, como si la fe necesitase de la ignorancia para poder sobrevivir. Si alguien afirma que cuánto más ciencia comprende, menos fe le queda, ese alguien nunca entendió lo que era fe, pues fe nunca debe ser sinónimo de ignorancia. Aunque es cierto que cuando la fe vive dentro de la incultura tiende a manifestarse la superstición, la santería y demasiadas profecías. Yo soy creyente y. disfruto con la ciencia y considero también que donde hay duda hay libertad. O acaso Jesucristo, en el Monte de los Olivos, no tuvo sus dudas del porqué y el para qué. Mi opinión, es que la ciencia y el saber nunca debilitan la posible fe en las personas, sino que es la propia persona quien es débil para la fe.

Hace tiempo, explicando la evolución estelar de nuestro Sol (producto de una supernova anterior) que cuando agote su combustible nuclear, el final de su vida será similar a M 57, con su característico "donuts" nebuloso que se extenderá por todo el sistema solar, dentro de 5000 millones de años. A lo que un colegial preguntó: ¿Eso no lo decide Dios?... Como si Dios también tuviera que decidir dónde y cuándo debe haber huracanes o terremotos. Dios nunca es el responsable del destino del hombre ni de la naturaleza.

El entender la evolución del Universo y de las especies ha sido siempre un trauma difícil de superar para las iglesias, aunque más traumatizados quedaron por efecto de la intolerancia los que practicaron la ciencia, contradiciendo las sagradas escrituras, en cuestiones astronómicas y de la evolución del hombre, como Giordano Bruno, Galileo Galilei, J. Kepler y C. Darwin. Casualmente todos ellos fueron ministros de sus iglesias, exceptuando a C.Darwin que fue seminarista antes de embarcarse en el HMS Beagle como naturalista. El joven Darwin y el monje Mendel supieron compaginar libros de teología con libros de biología . Todos estos hombres prefirieron buscar la verdad, que continuar con el misterio y oscurantismo impuesto por una teología católica que incluso fue capaz de estudiar el sexo a los ángeles. No debemos olvidar que vivimos en un universo relativista, donde sólo nos quedan dos conceptos absolutos, uno es la velocidad, de la luz como constante universal, y el otro la verdad.

Tampoco olvidemos que la teología y las religiones (como culto a los muertos) son también una creación del Horno Sapiens Sapiens, y de la única teología que he conseguido entender algo, es la teología de la Liberación.

Quiero terminar con unas palabras de una mujer muy coherente con la época en que le tocó vivir, amante del saber, las ciencias, y de la literatura, y que estas afinidades nunca le restaron fe, aunque si le crearon enemistades. Era sor Juana Inés de la Cruz que nunca entendió el porqué viviendo en un universo creado por Dios era poco aconsejable y pecado para algunos, el ver y comprender cómo se mueven los astros en el ciclo. Pues quien verdaderamente estima el Universo, la Creación y toda la Naturaleza que nos rodea, es quien gusta de contemplarlo, comprenderlo y del saber convivir, pues el que seamos la especie más desarrollada no nos da derecho a ser poseedores ni dominadores de la naturaleza y el cosmos (aunque el Libro del Génesis alegóricamente insinúe lo contrario):

"Desde que tengo uso de razón mi afición por el aprendizaje y el gusto por entender las cosas ha sido tan fuerte y violenta que ni siquiera las recriminaciones de otras personas, ni mis propios reproches me impidieron que siguiera esta inclinación natural que Dios me dio. Sólo Él conoce el porquéy también sabe que le he implorado que me quite la luz del discernimiento y la curiosidad, y que me deje únicamente la necesaria como para cumplir con su mandato, ya que según algunos todo lo demás es excesivo para una mujer Otros afirman que hasta es pernicioso".Sor Juana In& de la Cruz.

Réplica al obispo de Puebla (1691) que había criticado su trabajo erudito por ser inapropiado para su sexo y su fe.


Por último, si me preguntasen ¿Qué hacía Dios antes de la Creación? Contestaría : " Dios como buen físico-cuántico y geómetra calculaba un Big-Bang en el que la materia sobreviviese a la antimateria para formar una hiperesfera tetradimensional y expansible, sin centro, sin bordes y sin salida".

En nuestra agrupación, nuestro interés y satisfacción es disfrutar, divulgar y hacer comprensible la astronomía, el resto tolerancia.

Nota del autor

La opinión expresada en este artículo es personal del autor, no vinculante al colectivo de agrupación