Charlatanes al poder. Un delirante recorrido por las pseudociencias

Por Javier Peña Lligoña

No pretendo en este artículo hablar de todas las supercherías y pseudocreencias relacionadas con la magia, la adivinación y lo paranormal. Tendría que escribir un libro en lugar de un artículo para detenerme en la extensísima y variopinta gama de charlatanes que practican una u otra rama de lo que se conoce como pseudociencias.

De todas ellas he escogido tres que se fundamentan de una forma u otra en la astronomía. Estas son la astrología, la ufología y la astroarqueología que, según sus representantes, son las "ciencias" que desvelan los auténticos misterios del universo. Aunque si he de ser sincero no entiendo muy bien qué misterios revelan. No nos dicen nada de cómo una nube estelar inicia su colapso para formar una nueva estrella, ni de la química de los agujeros negros, o de la forma del universo, si es que sólo hay uno, ni porqué existió el Bigbang.

Como aficionado a la astronomía desde hace ya muchos años me he enfrentado a gente sencilla que confunden la astrología y astroarqueología (término éste propuesto por el astrónomo Gerald Hawkins para definir la relación de las antiguas culturas con la astronomía, y que degeneró en una terminología pseudocientífica) con auténticas ramas de la ciencia, y no es para menos. Va siendo cada vez más habitual que los charlatanes se apropien de una terminología científica para dar mayor consistencia a sus majaderías. ¿Acaso no sería más lógico que al científico que estudia el cosmos se le denominase astrólogo?, de la misma forma que hablamos de biólogos, arqueólogos, filólogos, cardiólogos, etnólogos, es decir, "estudiosos de". Dado que la superchería se ha adueñado del término "astrología", la ciencia que estudia el universo ha adoptado el nombre menos adecuado de astronomía (denominadores de estrellas).

La diferencia básica entre las ciencias y las paraciencias es que mientras las primeras, aun siendo teorías, se estudian una y otra vez hasta que se demuestran de forma experimental, a las paraciencias no le importa la experimentación en lo más mínimo. Son axiomáticas y por tanto la demostrabilidad de sus conjeturas no entran en su razonamiento.

 

Astrología
Es la más clásica y una de las pseudociencias más arraigadas en todas las culturas (incluida la actual). Podemos definirla como el estudio de la supuesta relación de la posición de los astros en un momento dado, con los acontecimientos que suceden en la tierra. Obviamente la astrología jamás ha podido profetizar terremotos antes de que se produjeran. ¡Cuánta gente salvarían los astrólogos si sus predicciones fueran ciertas!.

Cuando en los medios de comunicación oigo hablar a estos personajes sobre la validez de esta "ciencia" por su carácter milenario, no puedo por menos que sonreír. Sí, sí, es cierto que la astrología es antiquísima, y que los pueblos mesopotámicos ya la desarrollaban. Pero también es cierto que la astrología no surge como un medio para el sustento económico de unos pocos caraduras, sino como una rama de la astronomía que servía para llevar a cabo predicciones en base a una relación entre la posición de los astros en una época del año y los hechos relativos a su vida que más les interesaban, tales como el comienzo de la primavera, la migración de las aves, la época de siembra o la estación de las lluvias. Posteriormente los astrónomos-astrólogos, que en aquella época y para estas culturas eran una misma profesión, las predicciones se extendieron al campo de su mitología y religión. Puesto que parte de sus dioses residían en cielo y se comportaban como humanos (deidades antropomórficas), la posición de ciertos astros en relación a otros implicaban el estado y las necesidades de un dios en particular. Así surgió la astrología que siguió cabalgando de la mano de la astronomía hasta la aparición del método científico.

No hace falta que me explaye en las incongruencias de la astrología "ortodoxa", es decir, en la aceptada por casi todos los astrólogos actuales excepto los anglosajones que utilizan la astrología sidérea. Para los antiguos astrólogos babilónicos la zona del cielo que tenía mayor importancia a nivel de predicción era el zodíaco, una estrecha banda por la que parecen circular el Sol y los planetas. Actualmente la astrología convencional sigue los mismos pasos, utilizando 12 constelaciones que coinciden con los doce meses del año, aunque es bien conocido el hecho de que son 13 las constelaciones que se encuentran dentro de la zanja zodiacal. Como también es un hecho indiscutible que por el efecto de la precesión de los equinoccios, fenómeno por el cual el eje de la Tierra apunta a lugares distintos de la esfera celeste de forma periódica a lo largo de unos 25.800 años, y que da lugar a un movimiento aparente de giro de toda la esfera celeste en ese lapso de tiempo, el Zodíaco real ha girado en más de 30º en sentido retrógrado desde los tiempos de la antigua Babilonia. Esto implica que mientras que para un astrólogo un individuo nacido el 1 de enero lo ha hecho bajo el signo de Capricornio, la cruda realidad es que el Sol en esos momentos se encuentra en la constelación de Sagitario. Los anglosajones son más avispados y han adecuado su astrología al movimiento de la precesión y al tamaño real de las constelaciones, pero aún así son incapaces de demostrar la validez de sus predicciones.

Dicho todo ésto podemos preguntarnos cuál es la "fuerza" u onda misteriosa que ejercen los planetas situados en las constelaciones zodiacales y en las casas (que todavía no sé de qué diablos se trata), sobre los individuos y las naciones. Y qué tiene que ver los toscos ángulos que los astrólogos denominan cuadratura, oposición, conjunción... y que en realidad son ángulos medidos con aproximaciones en sistemas bidimensionales.

Digan los poderes que digan tener, los astrólogos no han resuelto ninguno de los problemas acuciantes de nuestro pequeño planeta, ni ahora ni en el pasado. No han salvado ni una sola vida prediciendo con antelación catástrofes aéreas, marítimas, o hecatombes naturales como terremotos o inundaciones. No han conseguido adivinar la llegada de males tales como el sida. Han sido incapaces de prever con suficiente antelación las guerras que han asolado África, Asia y la propia Europa. Se limitan a vagas pronosticaciones que pueden ser interpretadas como se quiera, y en la mayoría de los casos toda su charlatanería se limita a hacer augurios sobre hechos que todos podemos, con un poco de vista, predecir más o menos, como por ejemplo que en el otoño del 2001 habrá inundaciones en Valencia. ¿Tan raro es eso? No creo que haya que ser un adivino para saber que en nuestra comunidad las inundaciones son algo comunes.

Aún así, muchísimas personas siguen creyendo en el poder de la astrología. Las razones habría que buscarlas en el interior del individuo, y en ancestrales tradiciones y supercherías muy difíciles de erradicar. Habría que hacer todo un tratado sociológico para llegar al fondo de la cuestión.

En fin, para no aburrir demasiado al lector tan sólo diré que en una ocasión, el matemático y cazador de brujas Martin Gardner llevó a cabo una experiencia con sus alumnos. Después de pedirles a todos ellos los datos necesarios para confeccionar una carta astral personalizada y entregarles el resultado, les pidió que dictaminaran el nivel de acierto. Ni que decir que el porcentaje fue altísimo, tras lo cual solicitó a sus alumnos que intercambiaran sus cartas astrales con la de su compañero. ¡Cuál fue el asombro de éstos al comprobar que todas las cartas eran idénticas!. Curioso, ¿no?

Ufología
Pasemos de la astrología y vayamos a otro de los temas favoritos entre los charlatanes: la ufología. Supongo que no sería necesario explicar de qué trata esta pseudociencia, pero por si hay algún despistadillo sus defensores se consideran "científicos" que investigan la visita de extraterrestres a nuestro planeta.

Un poco de historia primero. El término platillo volante nació el 24 de junio de 1947 en Estados Unidos cuando Kenneth Arnold, un vendedor de equipos de extinción de incendios, que volaba en su avioneta por el estado de Washington, vió nueve objetos que volaban en formación sobre el monte Rainier. Según comentó a la prensa "se desplazaban como platillos saltando sobre el agua". Cierto es que en ningún momento pensó en la cuestión alienígena, más bien en aeronaves soviéticas. Recordemos que los Estados Unidos y la Unión Soviética estaban en plena guerra fría. Pero sin duda ese fue el germen que inició la oleada de avistamientos, primero en Estados Unidos y posteriormente en Europa. Sólo un mes después de este suceso, en julio de 1947 aparece en escena el primer accidente de un platillo alienígena a 120 km. al norte de Roswell, Nuevo México. Para los ufólogos en este incidente reside la prueba infalible de la existencia de OVNIS. El gran problema, según los ufólogos, es que tanto la nave siniestrada como los cadáveres alienígenas están en poder del ejército de los Estados Unidos y nadie puede acceder a ellos. Hace pocos años apareció en los medios de comunicación de medio mundo lo que parecía ser la auténtica filmación de una autopsia llevada a cabo en el cadáver alienígena del caso Roswell. Los ufólogos se pusieron en pie de guerra. ¡ Ahí está la prueba, científicos cabezones!. Pero no pasaron ni dos meses cuando se supo que todo era un montaje, una falsificación, vaya. Ahora los ufólogos se excusaban diciendo: "yo sospechaba algo, pero.....".

Según algunos ufólogos, aproximadamente el 6% de la población mundial se ha visto involucrado en avistamientos de naves alienígenas. Más o menos suelen avistarse objetos de origen no terrestre cada 10 minutos. No obstante algunos ufólogos creen que muchos casos lo observado no tienen un origen extraterrestre, y calculan que sólo unos cinco millones del total de objetos avistados son auténticos platillos volantes. ¡ Cinco millones en sesenta años Ésto siempre me ha hecho pensar que para los alienígenas la Tierra deber ser una especie de McDonnal's donde venir los fines de semana a tomar unos cuantos terrícolas con una coca cola. Pero no creáis, los alienígenas no provienen todos del mismo planeta, no, nada de eso. Hay alienígenas para todos los gustos. Altos y rubios, bajos y regordetes, con orejas puntiagudas (eso me recuerda a Mr. Spock), sin orejas y con un sólo orificio, con grandes ojos sin párpados, sin ojos y telepáticos. En fin, un auténtico zoológico digno de presentarse como extras en películas de George Lucas.

En algunas ocasiones he leído algunos artículos de Más Allá o Año Cero. No, no me he vuelto loco, pero una canita al aire no hace daño, y divertirse con ese tipo de "literatura" cuando estás en el b...., puede ser hasta relajante. Recuerdo una pequeña reseña en la que aparecía una despampanante señora rubia, preciosa, sin duda, en una de esas reuniones ufológicas que se celebran anualmente. Con una especie de toga blanca y cara angelical, aseguraba ser venusiana. Qué pena que precisamente ese planeta no sea precisamente el paraíso, más bien diría yo que es un infierno en el sentido más amplio de la palabra. Con sus 400ºC de temperatura, sus 90 atmósferas de presión y un aire irrespirable, es asombroso que el planeta Venus pueda estar poblado por tan hermosas mujeres.

Otro caso de flagrante estupidez humana es el artículo aparecido en un monográfico sobre OVNIS de la revista parapsicológica Más Allá en la que se relata el caso de un famoso avistador suizo de platillos, Eduard Meier, que es pillado in fraganti por un periodista ufólogo al descubrir en la casa de éste, las maquetas medio quemadas que había utilizado para hacer las mejores fotografías de ovnis (según afirmaban los propios ufólogos), y sigan creyendo que es un contactado. La puntilla a esta historia esperpéntica es que los ufólogos no dudan que algunas de las famosas fotografías sí tienen visos de ser auténticas. ¡Vaya chorrada!.

Un caso especialmente gracioso donde el implicado es un conocido escritor ufológico español, J.J. Benítez, es el acontecido en los años 80, cuando éste aseguró que en un barrio bilbaíno se había grabado el ruido de una nave extraterrestre. El misterioso sonido era en realidad el canto de un sapo partero tal y como comprobaron técnicos de la Fonoteca del Museo Zoológico de Barcelona. ¡Vaya chapuza Sr. Benítez!.

Podríamos extendernos aquí con cientos de historias fantásticas, en muchos casos graciosas con abducidos que dicen haber viajado a lejanos planetas situados en otras estrellas o galaxias y como demostración se traen curiosas hortalizas milagrosas, que no dejan analizar, extravagantes objetos de aleaciones desconocidas en la Tierra, que no dejan analizar, esquemas de máquinas increíbles, que no permiten el visto bueno por ingenieros, y así un largo etcétera. En otras ocasiones las historias tienen un tinte melodramático. Abduciones con abusos sexuales, operaciones similares a las ejercidas por nuestros cirujanos (¡qué atrasados son esos extraterrestres!), donde se les implanta chips electrónicos. ¡Vaya! que por lo visto utilizan tecnología informática del siglo XX. Igual tienen PC's y Macintons.

Lo cierto es que en 50 años los ufólogos no han mostrado ni una sola prueba que demuestre la existencia de visitas alienígenas. De las miles de fotografías existentes de supuestos ovnis ni una ha superado los análisis llevados de forma objetiva por laboratorios especializados. Es increíble que podamos presentar vídeos y fotografías de accidentes aéreos o marítimos (que son con mucho menos abundantes que los avistamientos) con total claridad y no se consiga una sola proyección o fotografía de un ovni con la misma nitidez.

Pero dejémonos de historietas y vayamos más al grano. Los astrónomos barajan una cifra de 100.000 millones de estrellas en nuestra galaxia. Por supuesto ningún científico se atreve a decir que esta cifra es correcta, tan sólo es una estimación. Aproximadamente creen que existen unos 50.000 millones de galaxias (otro dato estimativo que no hay que considerar como absolutamente cierto). Hasta hace una década se creía que la formación de planetas era algo común, dato que parece ser corroborado por los últimos descubrimientos en los que sí parece que se han descubierto planetas extrasolares. Lo cierto es que el astrónomo cree que el universo está poblado por miles de millones de planetas. Por supuesto no todos ofrecen las condiciones adecuadas para el desarrollo de una vida similar a la nuestra (tengamos presente que los alienígenas que según dicen los ufólogos nos visitan, tienen características humanoides). ¿Cuántos planetas pueden contener vida? Ni idea, pero para el que tenga curiosidad sobre especulaciones estadísticas me remito al artículo de nuestro compañero José Emilio Arias: "Ecuación Drake: Una evolución inteligente" aparecido en el boletín Huygens nº 25 página 4.

Por muchos planetas habitables que existan no en todos habrá vida inteligente. En aquellos que la hubiese puede que estén muy atrasados con respecto a nosotros, siendo incapaces de haber alcanzado la tecnología suficiente para explorar el espacio. O pueden estar a nuestra altura, y tan sólo haber explorado una minúscula porción de su sistema solar (recordad que el hombre sólo ha llegado a la Luna, y aun así hay quien lo duda). O puede que sea una civilización muy adelantada, dos, tres o cuatro millones de años por delante de nosotros. Son precisamente esas civilizaciones las que los ufólogos piensan que nos están visitando continuamente. Pero si eso es así, merece la pena que hagamos el siguiente ejercicio mental. Supongamos que un día nos despertamos de un profundo sueño y vemos con asombro que casi todo lo que conocemos ha desaparecido. No hay casas, ni coches, ni gente. Nos encontramos sólos en medio de una pradera y no reconocemos nada de lo que hay a nuestro alrededor. Incluso la naturaleza parece ser ligeramente diferente a la que siempre hemos visto. Al cabo de unos instantes vemos a lo lejos moverse algo. Parece un animal, no, son dos, pero no identificamos su especie. Poco a poco éstos se van aproximando hasta que se sitúan a sólo un metro de distancia de mí. Estos extraños y feos animales son ligeramente distintos, uno es bípedo y el otro va demasiado encorvado. Ambos tienen pelo, pero uno más que el otro. Y los dos tienen diminutos ojos y una pequeña cabeza que nos mira con extrañeza, como si esperaran que le diéramos de comer, o algo por el estilo. ¿Y qué se me ocurre a mí? Pues levanto el brazo lentamente y les digo en un perfecto español: "Hola, soy Javier, vengo del planeta Tierra, de un sistema allende los confines del universo". Y como no responden cargo sobre ellos y los violo (aunque no estoy muy seguro de si son hembras o machos, o uno de cada), después les pego un tronco a la espalda con no sé muy bien qué intención.

La verdad es que en este estrambótico sueño lo único que ha sucedido es que he sido trasladado sin saberlo a mi propio planeta tres millones de años atrás. La naturaleza era algo distinta entonces a la que conocemos ahora y los extraños animales que se me acercaron eran ni más ni menos que un orangután y un Australopitecoy, uno de los primeros homínidos que poblaron la Tierra. ¿Creéis que mi actitud frente a esos seres desconocidos fue lógica?. Obviando la repugnancia que debí sentir al aparearme con seres tan diferentes a mi especie, ¿qué conseguí con ello?. Pues eso es lo que más o menos le sucedería a una civilización tres millones de años más avanzada que la nuestra. En primer lugar, ni siquiera somos de su especie y por tanto los apareamientos que muchos de los abducidos dicen haber tenido con los alienígenas deben haber sido traumáticos para ambos. En segundo lugar, para estos alienígenas nosotros apenas nos distinguiríamos en inteligencia del resto de las especies. Si creemos que nuestra tecnología actual es suficiente para hacerles ver que somos una especie superior, pensemos que el Australopiteco podía muy bien habernos mostrado la cueva donde habitaba y el árbol donde dormía su mascota, el orangután. ¿Hubiéramos pensado entonces que el Australopitecus era una especie mucho más avanzada? Seguro que no. Sin embargo para este homínido el hecho de vivir en una cueva es un signo de inteligencia superior, pero este hecho sólo le sirve a él, no a mí.

No, sinceramente no creo que una civilización tan avanzada viese en los terrícolas una especie privilegiada, máxime cuando pueden haber otras especies en otros planetas mucho más adelantadas e interesantes que nosotros.

La paradoja de todo este asunto es que mientras los ufólogos acusan a la ciencia ortodoxa, en especial a los astrónomos, de una obcecado escepticismo, es precisamente esta comunidad la que ha desarrollado los programas más costos y complejos para la búsqueda de vida inteligente fuera de nuestras fronteras. Así nacieron proyectos como OZMA y SETI, éste último todavía en vigor. Pero desde su puesta en marcha en 1959 por Frank Drake, el SETI (Search for Extraterrrestral Intelligence) que ha explorado multitud de estrellas similares al Sol, no ha recibido nada que se asemeje a una señal de seres inteligentes (a nuestro nivel, claro). Ninguno de estos científicos salen en programas de gran audiencia, ni ganan fortunas, ni obtienen beneficio alguno. Pero se sienten satisfechos porque están contribuyendo a ampliar los conocimientos del ser humano.

Astroarqueología
¿Y aquellos que ven en objetos y pinturas de antiguas culturas la mano del extraterrestre?. Los que buscan interpretaciones extraterrestres a objetos de antiguas culturas se les conoce como astroarqueólogos. El mayor exponente de esta pseudociencia es el alemán Erich von Däniken, autor de varios libros populares en la materia. Este hombre ha llegado a fraudes extremos, por ejemplo, él mismo fabricó las fotografías de alfarería que afirmaba había sido encontrada en una excavación arqueológica. Esta alfarería representa platillos voladores y se dijo que rigurosos análisis las databan en tiempos bíblicos. Lo gracioso del caso es que los investigadores encontraron al alfarero que fabricó las piezas que le había pedido Däniken. Cuando le enseñaron estas pruebas al susodicho señor con evidencia de su fraude, su respuesta fue que su farsa estaba justificada, ya que algunos sólo creerían si ven pruebas.

Otro ejemplo de la caradura de este individuo lo podemos ver en su versión sobre los famosos dibujos gigantes en el desierto de Nazca, Perú. Según él estos dibujos representan pistas de aterrizaje de naves extraterrestres. El hecho de que las líneas del dibujo no sirvan como pista de aterrizaje para cualquier tipo de aeronave real debido a su angostura es ignorado por Däniken. Es más, la posibilidad de que estos dibujos estuvieran relacionados con la ciencia o mitología de los nativos no es tomada en cuenta.

Pero Däniken no ha sido el primer en buscar respuestas equívocas a la obra del ser humano, antes y después han surgido curiosos personajes inventándose los más extravagantes hallazgos, como aquel que dice que en 1930 se encontró un curioso objeto cilíndrico de unos quince centímetros (¿tan difícil es medir con exactitud 15 cm para asegurar que son 15 centímetros y no unos....), formado de hierro y cobre y recubierto de asfalto (esto último muy curioso). Tal "aparato" fue interpretado como una pila eléctrica de dos mil años de antigüedad. ¿Con qué rigor científico estudió el autor semejante "aparato"?.

No es este el único caso en el que se encuentra objetos aislados sin conexión con otros hallazgos arqueológicos y que curiosamente es encontrados por personas de muy dudosa reputación científica que lo único que pretenden es publicidad y a ser posible, dinero. Ninguna cultura, por antigua que sea, va dejando objetos sueltos a lo largo de todo el planeta con la caprichosa intención de que 2000 ó 3000 años después ciertos individuos los encuentren. Bastantes problemas tenían como para ir jugando al escondite. En realidad, la experiencia arqueológica demuestra que la probabilidad de encontrar objetos aislados es muy pequeña. Por razones bien conocidas, la cultura material se concentra en zonas de asentamiento.

Se podrían poner miles de ejemplos donde se ve una clara falta de rigurosidad, de desconocimiento científico de determinadas técnicas arqueológicas y de erróneas interpretaciones que sin duda están fuera del contexto religioso o mitológico de la cultura estudiada.

Es cierto que aún no comprendemos del todo cómo ciertas culturas antiguas realizaron algunas de sus construcciones. ¿Cómo es que los egipcios levantaron gigantescos obeliscos en el desierto y cómo los hombres de la edad de piedra movieron enormes rocas y las colocaron como dólmenes y en entradas a tumbas?. Nos preguntamos quién hizo las cabezas de la isla de Pascua, por qué fueron hechas y por qué abandonaron el lugar. Tal vez algún día tengamos la respuesta a esas preguntas, pero es más probable que surjan de la investigación científica y no de la especulación pseudocientífica.

Para la ciencia nada es evidente hasta que no se tienen suficientes pruebas, información y opiniones que justifiquen llevar a cabo una teoría. No quiere decir que la ciencia no esté exenta de ciertas hipótesis o especulaciones, pero siempre basadas en un conocimiento previo del entorno y no subyugado a las delirantes fantasías de unos especuladores que sólo buscan fama.

Fuentes:
Más Allá. Monográfico Ovnis
Las leyes del cielo. Juan Antonio Belmonte (Ed. Temas de hoy)
El Univeros para curiosos. Nancy Hathaway (Ed. Crítica)
La Ciencia, lo bueno, lo malo y lo falso. Martín Gardner (Alianza Editorial)
Sobre la ciencia ficción. Isaac Asimov (Col. Perspectivas).
Treinta años de ovnis. Antonio Ribera (Ed. Plaza & Janés)
Enciclopedia "El Universo" Ed. Sarpe
Newton. Nº 4
Conocer. Nº 44
Conocer. Nº 150
El planeta que no estaba. Isaac Asimov (Ed. Andrómeda, 1976)
Cosmos (ed. Española Sky&Telescope). Febrero 1993

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