EL MAGICO INFLUJO DE LA LUNA

JUAN JOSÉ MORANT ESCRIVÁ
corpienta@eresmas.com
Marzo de 2004


¿Quién no se ha parado alguna vez en su vida a observar la luna y dejar volar la imaginación hacia mundos lejanos y extraños, motivados por su encanto? ¿Cuántos poetas a lo largo de la historial le han cantando a la luna? ¿Cuántos amores se han declarado a la luz de la luna? ¿Cuántos duelos se han librado bajo su atenta mirada? ¿Cuántas noches de observación astronómica ha estropeado su salida?... Para bien o para mal, la luna ha estado presente en la vida del hombre desde tiempos inmemoriales, hasta tal punto, que algunas culturas la elevaron al rango de Dios. Pero no sólo ha influido sobre el hombre, también lo hace directamente sobre la tierra y todos sus pobladores.

La luna gira alrededor de la tierra a una distancia media de unos 384.400 kms.(si la observásemos con un telescopio y con un aumento de 1.000 veces, la veríamos a una distancia aparente inferior a 400 km.). Su diámetro es de 3.475 km., aproximadamente una cuarta parte del de la tierra, con una superficie de unos 38 millones de km2, y su masa es 1/81 la de la tierra; esto provoca que la fuerza de la gravedad en su superficie sea la sexta parte de la terrestre (un hombre que en la tierra pesara 60 kilogramos en la luna sólo pesaría 10 kg.).

La consecuencia más directa de esta poca gravedad es la falta de atmósfera. Los átomos de un gas están en continuo movimiento, produciéndose choques constantes ente ellos. Cuando chocan ente sí rebotan alejándose unos de otros. En las partes inferiores de nuestra atmósfera, es tan denso el número de átomos, que ninguno se desplaza mucho sin chocar con otro y rebotar; pero en las partes superiores están tan distanciados unos de otros que algunos se escapan sin chocar. Si la fuerza de la gravedad es suficientemente grande, lo atrae y vuelve a caer en la atmósfera; pero si salen con suficiente velocidad, pueden escapar a la atracción de la gravedad y nunca vuelven. De este modo hay una velocidad crítica de escape desde un cuerpo celeste que depende:
1º- de la masa del cuerpo;
2º- del peso atómico del gas;
3º- de la temperatura.
La velocidad de escape en la tierra es de 11 km./seg. , pero en la luna es tan solo de 2,4 km./seg.. Los átomos de los gases más ligeros, hidrógeno y helio, se mueven a una velocidad de más de 11 km./seg. y escapan fácilmente de nuestra atmósfera. La luna no puede retener ni siquiera los gases más pesados. En resumen, la luna tiene una masa demasiado pequeña para retener una atmósfera que la proteja, y sin ella, la vida allí se hace imposible, pues los rayos del sol caen implacables provocando temperaturas de hasta 138 º C, y por la noche se llega a temperaturas de hasta los 171º C bajo cero.

Vista de la "Tierra creciente" desde la Luna. Foto tomada desde e Apolo XI

En cuanto a su origen, hay diversas teorías que intentan explicar cómo se formó la luna. Unos científicos dicen que la luna era un planeta que giraba independientemente alrededor del sol, pero que en algún momento pasó cerca de la tierra y ésta con una mayor fuerza de gravedad la capturó para sí obligándola a orbitar a su alrededor. Otra teoría dice que se formó igual que la tierra, por la acumulación de trozos de rocas que chocaban entre sí y que se iban sumando a la masa principal,... Pero la teoría más aceptada en este momento es la que establece que la luna se originó por el choque de un gran meteorito contra la tierra que le arrancó un trozo, expulsándolo al espacio y siendo capturado posteriormente por la tierra. Pero tampoco aquí se ponen de acuerdo los científicos. Sin ir más lejos, algunos insignes miembros de la Agrupación también tienen opiniones diferentes. Por un lado, Ángel Requena dice en un artículo publicado en esta misma revista (ver nota 1), que la luna se formó por "la explosión causada por el impacto de un asteroide del tamaño de Marte sobre una Tierra semifundida (que) habría expulsado una gran cantidad de material del manto terrestre. Una parte importante del material expulsado permanecería en órbita alrededor de la Tierra, acumulándose de forma gradual para formar la Luna." Por otra parte y también publicado en esta revista (ver nota 2), Ángel Ferrer dice que "la primitiva Tierra sufrió un colosal impacto por un cuerpo el doble del tamaño de Marte que arrancó parte de su corteza formando un disco de materia que se coleccionó formando la Luna". Prometo reunirme con ambos y tratar de esclarecer si el tamaño del meteorito tenía una o dos veces el tamaño de Marte, seguro que el debate será apasionante.

En cuanto a su geología observamos grandes extensiones planas y grises a las que llamamos mares. También está salpicada de infinidad de cráteres de diversas dimensiones, algunos diríamos gigantescos con tamaños de 230 km. de diámetro, y por cordilleras montañosas con alturas que superan los 6.000 metros por encima del nivel medio de la superficie lunar. Pero no voy a profundizar en estos aspectos, pues ya han sido ampliamente estudiados en los artículos antes mencionados, y publicados en esta revista.

Visión artística del fenómeno qeu pudo provocar la creación del sistema Tierra-Luna. De qué tamaño era el objeto, o cuantas veces se produjo el fenómeno, es algo que todavia no está resuelto en ningún modelo de ordenador, pero si parece ser qeu el tamaño debía ser igual a Marte... por lo menos.

La principal influencia que ejerce nuestro satélite sobre la Tierra y que tiene unas consecuencias prácticamente a nivel planetario es la formación de las mareas.
La marea es un fenómeno de índole mecánico, por el que el nivel de las aguas de los océanos y grandes mares (en mares menores y grandes lagos, estos efectos son prácticamente inapreciables) sufre un movimiento de ascenso (pleamar) y descenso (bajamar), dos veces cada 24 horas y 50 minutos, que es el tiempo que tarda la Luna en pasar por el meridiano de cada lugar. La causa que provocaba las mareas fue totalmente desconocida hasta que Newton descubrió la ley de la gravitación universal, interesándose por este fenómeno al igual que Laplace, Lagrange y Kelvin.

Como es sabido, todos los cuerpos en el espacio ejercen unos sobre otros un poder de atracción (gravedad) que está en función de la masa que posean y de la distancia a la que se encuentren. Por tanto la Tierra ejerce ese poder de atracción sobre la Luna al igual que la Luna también lo ejerce sobre la Tierra, lo mismo que el Sol, lo que en este caso su influencia es mucho menor debido a lo lejos que se encuentra el Sol de la Tierra, por consiguiente la atracción de la Luna sobre la tierra es 2,6 veces superior a la del Sol. Y éste es el verdadero origen de las mareas, la atracción que provoca principalmente la Luna sobre la Tierra.

Figura 2.- representación esquematica de la influencia que la Luna ejerce sobre las masas de agua de nuestro planeta.

Como está representado en la Fig. 2, en el punto más cercano de la superficie de la Tierra a la Luna (A), la atracción de la Luna será mayor que en el centro de la Tierra (T), por este motivo las moléculas de agua del océano estarán mucho más atraídas hacia la Luna que en el centro de la Tierra, por tanto al ser el agua un fluido, por efecto de las leyes del equilibrio hidrostático, se acumulará el agua en esta parte de la superficie terrestre, aumentando así la profundidad del océano. Por otra parte el agua situada en el punto de la superficie terrestre opuesto al de la atracción lunar (B), se alejará de la Luna, por lo tanto quedará rezagado respecto de la aceleración del centro de la Tierra, con lo cual, las aguas se acumularán también en esta zona opuesta a la situación de la Luna. En estas dos zonas se producirá en estos momentos la pleamar, mientras que en las zonas de depresión (C, D) formadas por el fluir del agua hacia las zonas de pleamar, se producirá la bajamar. En estos momentos la tierra tiene la forma de un elipsoide que durante un día aproximadamente se propagan por la superficie de los océanos. La altura de la pleamar no es en todos los momentos igual, dependiendo ésta de la fase lunar en la que nos encontremos. La pleamar será mínima cuando la Luna se encuentre en cuadratura con el Sol y la Tierra, es decir en las fases creciente y menguante, en cambio será máxima cuando el Sol, la Luna y la Tierra estén en línea recta, es decir en las sicigias, cuando la luna esté en el plenilunio o en el novilunio. Dentro de estos máximos habrá un máximo absoluto cuando, al mismo tiempo que están en línea recta los centros del Sol, la Luna y la Tierra, la luna está en su perigeo y el Sol está en su perihelio.

Esta acción de atracción no se ejerce sólo sobre el agua, también se produce sobre la parte sólida de la tierra, aunque no tiene ninguna consecuencia, y sobre nuestra atmósfera pero los barómetros no pueden señalarlas porque se compensa el aumento de espesor atmosférico con la disminución de peso del aire.

Pero no es éste el único fenómeno que provoca la luna sobre la tierra y sus habitantes. Por ejemplo, cuando se produce un eclipse total de sol, es decir cuando la luna se alinea con el sol y la tierra interponiéndose entre estos, muchos animales se quedan desconcertados modificando su conducta habitual, por ejemplo los pájaros dejan de cantar, los perros se esconden ... Además muchos humanos, ignorantes del fenómeno astronómico, le conceden al suceso un carácter mágico o divino y ofrecen sacrificios de animales, realizan ritos para ahuyentar a los malos espíritus, o simplemente se esconden en sus casas a rezar para que reaparezca pronto el astro rey.

También aquí se designa a la luna como el origen de muchos fenómenos que la sabiduría popular no ha podido explicar de ninguna otra forma. Me refiero por ejemplo al sexo de una persona. Si se concibe en una fase de la luna será niño, mientras que si se concibe en la fase opuesta será niña. Este comentario está a la orden del día, mucho más extendido que lo que se puedan imaginar, lo digo con conocimiento de causa pues he sido padre hace poco y aprovechando la coyuntura he investigado sobre ésta creencia y he podido comprobar que está muy extendida. También se dice que cuando hay luna llena, la gente está más eufórica, al igual que cuando el día es soleado, estando más apagada cuando hay luna nueva o está nublado.

Los agricultores también le atribuyen a la luna una serie de fenómenos que no saben explicar de otra manera. Por ejemplo se dice que si se siembran los ajos en luna nueva, se salen de debajo de la tierra (los escépticos dicen que si se siembran bien hondos no se saldrán); También se dice que si se cortan las cañas en luna llena, en poco tiempo se harán negras y se estropearán enseguida; si se saca el estiércol en luna vieja, el estiércol se llenará de gusanos, por lo que hay que sacarlo en luna nueva... Y así seguiríamos con una larga lista.

Y para finalizar, cuánta influencia no ha tenido sobre la literatura y el cine: quién no ha leído algún libro o ha visto alguna película sobre los hombres lobo que se transforman en lobos los días de luna llena; cuantos crímenes no se cometen teniéndola a ella como única testigo; cuántos amores se consuman bajo su amparo... Y cuántas canciones no le cantan...

En fin, queramos o no, la luna está mucho más presente en nuestras vidas de lo que creemos, y provoca en nosotros muchas más sensaciones de las que pensamos. Y si cree que no es así, salga, salga a la terraza y contémplela durante un rato, y déjese seducir por su mágico influjo.

NOTA 1: Huygens nº 26: Geología planetaria: La luna, pág. 16 por Ángel Requena.
NOTA 2: Huygens nº 12 Cráteres en el sistema solar: La luna, pág. 17 por Ángel Ferrer

Inicio
Boletín Huygens
Nº 47
Artículo anterior
Artículo siguiente