Leónidas 99, en dos palabras: De…cine

por Ángel Requena

Cuando todavía nos estábamos congratulando del gran eclipse total del milenio que algunos afortunados tuvieron la ocasión de contemplar, nos ha visitado en este penúltimo mes del 99 otro fantástico expectáculo: Las Leónidas. Y lo cierto es que aunque las previsiones eran muy buenas por parte de los astrónomos, no confiábamos lo más mínimo en que éstas se fueran a cumplir y es por ello que la sorpresa nos visitó ese 18 de Noviembre en forma de una magnífica lluvia de meteoros, produciéndonos entre los escasos valientes que al final quedamos, una subida de adrenalina propia de los eventos fuera de lo común.

Lamentamos profundamente que bien por razones metereológicas o por razones laborales no haya sido disfrutado por un gran número de personas y esperemos que las próximas Leónidas sean tan espectaculares o más que las recientemente vividas.

Estábamos mal acostumbrados, no habían pasado ni dos meses del fenómeno del verano, el Eclipse Total de Sol, y ya teníamos ante nosotros la esperada lluvia de meteoros conocida por Leónidas. Como hemos anticipado en el preámbulo, las previsiones por parte de los científicos eran muy halagüeñas, indicando que bien este año o el próximo recibiríamos la esperada lluvia meteórica que tantas noches nos ha dejado en vela sin poderla disfrutar. El destino estaba escrito y como he anticipado nos visitó esa noche en un clima de frustración y decepción. Ésta era precisamente la palabra más repetida, decepción, y no sólo era por esta noche en la que la gente allí presente hizo el gran esfuerzo de quedarse contemplando un cielo hasta altas horas de la mañana, sino por todas esas noches veraniegas que nos hemos pasado al raso contemplando un espectáculo que nunca llegaba.

¡ Y llegó, vaya que si llegó!. Pasaban de las 00:45 T.U. y no hacía ni un cuarto de hora que el gran núcleo de personas que estoicamente habían esperado, se habían marchado ya. Entre ellos se encontraban también una unidad móvil del canal televisivo de nuestra comunidad, Canal 9, y cómo no, se iban con el zurrón vacío. La verdad es que lo sentimos profundamente por estos profesionales que desplazándose en busca de la noticia, encontraban frío, desilusión y pesadumbre. Desde aquí un saludo muy afectuoso en mi nombre y en el de la agrupación.

Como íbamos diciendo, ya pasaban de la 01:45 T.L. cuando la actividad meteórica, que hasta ahora había sido muy escasa, ¡apenas una docena de meteoros en 3 horas de observación!, aumentó considerablemente. Fue muy repentino, hecho que nos sorprendió a todos, ya que a partir de ese momento los meteoros se prodigaban con una frecuencia que rondaba los 200-300/hora. Pero lo mejor estaba por llegar. A eso de las 02:30 T.L., la frecuencia era tal que distribuyéndonos todos los sectores del cielo entre las escasas 10 personas que allí quedábamos, no conseguíamos cifrar la espectacular avalancha de meteoros. En un cálculo aproximado nos salió una frecuencia de más de 1.500 meteoros/hora; y ya digo, esta estimación era inferior a la real ya que muchos no eran ni siquiera percibidos.

Los había de todo tipo, simples, dobles e incluso cuádruples, meteoros rápidos, más lentos e incluso se pudo contemplar algún bólido aunque éstos no se prodigaron en exceso. El máximo, o mejor expresado como el momento en el que no fuimos capaces de realizar la cuenta, se dió sobre las 2:45 T.L. y aunque la cifra no es segura sí superó con creces los 2.000 meteoros/hora.

De toda la secuencia narrativa hay una serie de cuestiones que a todos nos dejó bastante perplejos y que en cierto modo disuadió a una gran parte de los que allí nos encontrábamos; ¿porqué la lluvia fue tan repentina?; ¿cómo es posible que no denotáramos actividad alguna en días precedentes?; ¿es ésta la lluvia que toda la comunidad científica esperaba o habrá otra mayor en los próximos años?.

Las respuestas no son moco de pavo y aunque la mayor parte de los científicos auguraban una gran lluvia, también se mostraban recelosos y cautos ya que como ha ocurrido en años precedentes con esta lluvia las previsiones se convertían en papel mojado en una gran parte de las ocasiones. Sin embargo este año las previsiones han acertado de una manera milimétrica tanto en la actividad máxima prevista como en los registros horarios del máximo.
La explicación hay que buscarla en los distintos modelos dinámicos de estos flujos meteóricos. Así, en los últimos años, diversos científicos han establecido un nuevo modelo de estas complejas estructuras basado en el análisis de la llegada de los meteoros de las Leónidas en los últimos 200 años; en este nuevo modelo se ha podido observar cómo los planetas han ido perturbando su curso y de qué forma están organizadas dichas estructuras.
Las famosas tormentas de 1833, 1866 y 1966 permitieron relacionar las Leónidas con el período de 33 años del cometa Tempel-Tuttle y nos permitieron también conocer la estructura de las distintas nubes meteóricas. Estos estudios evidenciaron una estructura mucho más compleja de lo esperada demostrándose que ésta tenía formas de arcos trenzados entre sí.

Como podemos ver estos nuevos descubrimientos han cambiado por completo las técnicas de análisis y de previsión, han justificado la causa por la que el 17 de Noviembre de 1988 la máxima intensidad llegara 16 horas antes del horario previsto, han acertado de lleno en las previsiones de este año y predicen (¡agárrense a la silla!) tormentas meteóricas importantes para el 2001 (especialmente en Asia) y en el 2002. Ello no implica que en el próximo año disfrutemos también de una gran lluvia ya que se prevee un máximo de 1.200 meteoros por hora el 18 de Noviembre a las 02:00 T.U., ¡ahí queda eso!.

Ahora sólo nos queda esperar un año para ver qué hay de cierto (esperemos que este modelo sea el refinitivo), pero lo que está claro es que los que no han podido ver este año este gran espectáculo tienen al menos otra oportunidad cercana no debiendo esperar al 2031 en el que posiblemente por la contaminación, el efecto invernadero o la lluvia ácida, nos resulte imposible salir al campo para disfrutar de este fascinante espectáculo.

Inicio
Boletín Huygens
Nº 22
Artículo anterior
Artículo siguiente