EL CIELO. ENERO-FEBRERO 2002

Nos maravillamos ante el espectáculo de luces que nos ofrece las noches de invierno. Y ello no se debe tan sólo a la transparencia del cielo, menos cargado de humedad que durante el verano, que nos permite ver más claramente el brillo de las estrellas, sino también a que estamos apuntando a una región celeste rica en estrellas brillantes.

La zona más impresionante se encuentra en el sudeste donde se hallan el cinturón de Orión, Sirio, Canopus, Pollux y Castor. Las tres estrellas que representan el cinturón de Orión nos señala el ecuador celeste, de modo que la parte alta del cazador se encuentra en el hemisferio celeste norte, mientras que la mitad por debajo del cinturón queda en el hemisferio sur celeste. Orión es la constelación típica de invierno y una de las fáciles de identificar. Seas o no observador, la figura del cazador, señalada por estrellas muy brillantes,  siempre impresiona por su noble aspecto, no en vano las estrellas que conforman el cinturón más Bellatrix y Saiph son tan brillantes como los astros que forman la Osa Mayor. Pero tiene dos estrellas sublimes, Betelgeuse, una gigante roja de color anaranjado situada a 500 años luz que señala uno de los hombros del gigante, y Rigel, una estrella blanco azulada a 1400 años luz, marca uno de los pies.

Orión contiene uno de los objetos más llamativos, quizás el más hermoso que podemos ver con modestos telescopios. Se trata de la Nebulosa de Orión o M42. Es una gigantesca nube gaseosa con estrellas azules jóvenes y calientes en su interior. No es difícil encontrarla, sólo tenemos que partir de la estrella más baja del cinturón y fijarnos en unas estrellitas perpendiculares a ésta situadas por debajo (más al sur). En esta ristra de estrellitas se encuentra la Gran Nebulosa. Unos prismáticos de 7x50 nos la muestra como una manchita blanca, pero la observación con un pequeño telescopio nos la muestra en todo su esplendor. Es fácil de identificar cuatro estrellas azules conocidas como el trapecio en su interior.

Siguiendo la línea que marca el cinturón en dirección sudeste observamos la estrella más brillante del firmamento, Sirio. Es la única estrella que rivaliza con los planetas. Al este y formando un triángulo con el cinturón de Orión se encuentra la triste Canopus, triste porque a pesar de ser esplendorosa, queda ensombrecida por la cercana Sirio.

Por el este se levantan Pollux y Castor, las estrellas principales de Géminis, que no por ser menos brillantes pierden atractivo. El estar tan próximas una de la otra llama sin duda la atención del curioso observador.

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Boletín Huygens
Nº 34
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